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martes, 1 de junio de 2010

Regresara a mi? (cuento)


Elizabeth tomaba aquel café amargo mientras observaba al cielo llorar lentamente en una tarde de abril: Recordaba el rostro de Dorian mirándola tiernamente y se preguntaba -¿regresara a mi?-...La respuestas era incierta pues no lograba ver con exactitud las figuras reflejadas en el oscuro liquido como lo hacía hace algunos años.
-Maldición...-murmuraba mientras sorbo a sorbo su lengua degustaba el sabor de la bebida...Varios intentos fallidos y siempre la misma pregunta rondando a cada momento... Nuevamente la melancolía se apoderaba de ella al percibir el aroma de Dorian esparcido sutilmente por la habitación...
-Aun huelo tu perfume...-sollozaba al cerrar los ojos tratando de no dejar escapar aquella esencia. Un inesperado golpe sobre la cama hizo saltar a la trigueña chica derramando el café en ese delicado cuerpo manchando el diminuto sostén rosado que levantaba sus encantos...
- ¿No piensas levantarte de la cama?...es casi media día- dijo con un gesto noble Uriel ...Sin palabras y con un frio guiño Elizabeth desvió su mirada viéndolo con cierta indiferencia, quitándose el sostén se levanto y sin pudor alguno decidió vestirse ante la mirada atónita del joven que fijamente observaba la pantaleta ajustada que dejaba ver en ella su inocencia impresa con tenues colores...
-¿Y como estas?-pregunto el chico al tiempo en que sus manos jugueteaban entre si, esto para disimular el nerviosismo ante su pregunta...
-Supongo que bien...ahora estoy más tranquila...-respondió serenamente la joven.
-Bueno esto lleva tiempo, es todo un proceso, yo pasé por lo mismo, es cuestión de aceptar la realidad por más difícil que sea...
-¡No compares!...nunca amaste tanto como yo lo hice, jamás entregaste tu vida a esa persona...jamás...-Elizabeth se despojo de palabras, pues al mirar la foto de Dorian recordó sus últimas vacaciones juntos, su voz comenzó a cortarse sintiendo nuevamente esa daga hiriendo al corazón. Terminó de vestirse y se despidió de Uriel dejándolo en el departamento, mientras él tan solo mostro aquella sutil sonrisa en señal de apoyo hacia Elizabeth...
Elizabeth bajó lentamente las escaleras del edificio recordando el disfrute de los dulces besos que Dorian le robaba en cada encuentro. Un enorme deseo de llorar recorría cada poro de su cuerpo al saber que el sueño se había terminado; jamás sentiría sus labios ni volvería a abrazarlo y decirle lo importante que era para ella...Sin importar el celeste llanto de aquel día salió del edificio; tal vez recordar su infancia ayudaría un poco a aminorar su tristeza, disfrutar nuevamente las gotas de lluvia empapando su rostro le animarían, la harían sentirse otra vez viva... Caminó completamente mojada a casa de su madre, quién recostada en el sofá profundamente dormía...

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