Cayó la noche, Elizabeth volvía a departamento, ése que alguna vez soñó compartirlo con el amor de su vida pero que ahora solo serviría para despedirse.
-Tengo un presentimiento...-dijo la joven llevando su mano hacia el pecho como si el corazón intentara escapársele.
-Quizás veras a Dorian, tarde o temprano vendrá por sus cosas, también será difícil para el volver a ese lugar en donde todo comenzó- respondió Uriel con un semblante serio.
Después de algunas horas Elizabeth observaba por la ventana de la recamara a las que fueron las brillantes testigos del romance con Dorian, su corazón latía rápidamente y el dolor se apodero de ella al advertir la esencia de aquel hombre que aun amaba...con el corazón deshecho y tras algunos días de ausencia en lo que pudo ser un dulce hogar para dos enamorados, Dorian llegó al departamento dirigiéndose a la recamara completamente en silencio. En su mirada perdida, aquellos ojos marrones lucían transformados en un despeñadero interminable de remordimientos y tristeza. Finalmente entró a la habitación; los corazones de dos seres que se amaron comenzaron a palpitar incesantemente al encontrarse un ambiente de dolor, el mismo que acompañó a Elizabeth aquella tarde cuando sorprendió a Dorian en brazos de su antigua pareja.
-Supongo que vienes por tus cosas, no te preocupes no he movido nada…- Dijo Elizabeth sin apartar la vista del abismo estelar salpicado de sentimiento desbordado mientras Dorian se sentaba a un costado de la cama para contemplar una vieja foto de ambos colocada sobre el buró.
-Perdóname amor…fui un estúpido…- comentó el joven dejando escapar dos lagrimas. El silencio dominó el lugar por algunos instantes y haciendo hincapié al error cometido Dorian estalló en llanto dejando de lado su característico orgullo.
-¡Maldita sea, soy un cobarde, como pude haberte hecho tanto daño!- se reprocho al momento de poner las manos sobre su cabeza pues sentía que no tardaba en explotarle.
-Tú lo has dicho, eres un cobarde y me lastimaste…-respondió Elizabeth y acercándose a él se arrodilló para mirarlo por primera vez llorando por ella –Los papeles se invirtieron, ahora eres tú quien llora y sufre…-concluyó la dulce joven bajo la luz envolvente de la luna escabulléndose por la ventana e iluminando tenuemente la escena.
-Tuve miedo…temor de enamorarme aun mas de una mujer tan distinta a las demás…me deje influenciar…-siguió reprochándose Dorian mientras lloraba sin consuelo.
-Claro, era de esperarse, un hombre como tú no podía amar a alguien tan poca cosa para tus amistades, no podías estar con alguien fuera de su estilo, tenias que complacerlos…-agrego molesta.
-Él no quise en verdad hacerte daño, cometió un error…-intervino Uriel al aparecer nuevamente como todo buen ángel.
-¡Pero lo hizo y ya nada puede remediarse!-grito la chica al sentirse encarcelada entre el amor y el coraje.
-Tú así lo quisiste, fue tu decisión…-contestó serenamente el ángel.
-¡Él me obligó, sabia a la perfección que le entregué mi vida pero sus mentiras me llevaron a terminar con esto que me estaba asfixiando, por eso tragué esas pastillas, para acabar con todo!-siguió gritando Elizabeth sin dejar de ver a Dorian mientras sus manos oprimían el vestido blanco que descansaba sobre sus piernas.
-Perdóname Elizabeth, perdóname mi amor…sé que puedes escucharme porque siento tu presencia…-agregó Dorian un poco más calmado al cerrar los ojos para tratar de percibir a su amada.
-En verdad te ama, no dejes que el rencor se apodere de ti y pueda más que el amor tan grande que sientes por él. Tú también cometiste un error al acabar con tu vida y se te está dando la oportunidad de remediarla para conseguir la paz que tanto necesitas…él merece tu perdón…-susurró Uriel al oído de Elizabeth para tranquilizarla.
-Puede sentirme, sabe que estoy aquí- respondió ella al levantarse del suelo sorprendida.
-Ustedes tienen una conexión muy especial, te enamoraste de alguien mágico ¿lo recuerdas?- sonrió el ángel pálido de ojos miel.
Aquella chica lentamente fue acercándose a su hombre al comprender que a pesar de todo lo amaría por siempre. Probó por última vez sus labios carnosos, convirtiendo la angustia en tranquilidad para su alma.
-Te amo…-dijo Elizabeth al oído de su amado.
-Yo también te amo…-contesto él al sentir el calor y el perfume de la chica que amo con desdén.
Elizabeth se despidió pasando la palma de su mano delicadamente por el rostro de Dorian como lo hacía en los viejos tiempos, expresándole así lo importante que era para ella…Sintió la mano de Uriel sobre su hombro indicando que la hora de marcharse había llegado. Elizabeth suspiró y antes de emprender el viaje le preguntó a su ángel -¿Regresara a mi?- Uriel tan solo la miro y abrazándola respondió –Jamás se fue de tu lado…-y cubriéndola con sus inmensas alas, en medio de la penumbra de la habitación emitió una deslumbrante luz que ilumino aquel mágico lugar por completo…
-Tengo un presentimiento...-dijo la joven llevando su mano hacia el pecho como si el corazón intentara escapársele.
-Quizás veras a Dorian, tarde o temprano vendrá por sus cosas, también será difícil para el volver a ese lugar en donde todo comenzó- respondió Uriel con un semblante serio.
Después de algunas horas Elizabeth observaba por la ventana de la recamara a las que fueron las brillantes testigos del romance con Dorian, su corazón latía rápidamente y el dolor se apodero de ella al advertir la esencia de aquel hombre que aun amaba...con el corazón deshecho y tras algunos días de ausencia en lo que pudo ser un dulce hogar para dos enamorados, Dorian llegó al departamento dirigiéndose a la recamara completamente en silencio. En su mirada perdida, aquellos ojos marrones lucían transformados en un despeñadero interminable de remordimientos y tristeza. Finalmente entró a la habitación; los corazones de dos seres que se amaron comenzaron a palpitar incesantemente al encontrarse un ambiente de dolor, el mismo que acompañó a Elizabeth aquella tarde cuando sorprendió a Dorian en brazos de su antigua pareja.
-Supongo que vienes por tus cosas, no te preocupes no he movido nada…- Dijo Elizabeth sin apartar la vista del abismo estelar salpicado de sentimiento desbordado mientras Dorian se sentaba a un costado de la cama para contemplar una vieja foto de ambos colocada sobre el buró.
-Perdóname amor…fui un estúpido…- comentó el joven dejando escapar dos lagrimas. El silencio dominó el lugar por algunos instantes y haciendo hincapié al error cometido Dorian estalló en llanto dejando de lado su característico orgullo.
-¡Maldita sea, soy un cobarde, como pude haberte hecho tanto daño!- se reprocho al momento de poner las manos sobre su cabeza pues sentía que no tardaba en explotarle.
-Tú lo has dicho, eres un cobarde y me lastimaste…-respondió Elizabeth y acercándose a él se arrodilló para mirarlo por primera vez llorando por ella –Los papeles se invirtieron, ahora eres tú quien llora y sufre…-concluyó la dulce joven bajo la luz envolvente de la luna escabulléndose por la ventana e iluminando tenuemente la escena.
-Tuve miedo…temor de enamorarme aun mas de una mujer tan distinta a las demás…me deje influenciar…-siguió reprochándose Dorian mientras lloraba sin consuelo.
-Claro, era de esperarse, un hombre como tú no podía amar a alguien tan poca cosa para tus amistades, no podías estar con alguien fuera de su estilo, tenias que complacerlos…-agrego molesta.
-Él no quise en verdad hacerte daño, cometió un error…-intervino Uriel al aparecer nuevamente como todo buen ángel.
-¡Pero lo hizo y ya nada puede remediarse!-grito la chica al sentirse encarcelada entre el amor y el coraje.
-Tú así lo quisiste, fue tu decisión…-contestó serenamente el ángel.
-¡Él me obligó, sabia a la perfección que le entregué mi vida pero sus mentiras me llevaron a terminar con esto que me estaba asfixiando, por eso tragué esas pastillas, para acabar con todo!-siguió gritando Elizabeth sin dejar de ver a Dorian mientras sus manos oprimían el vestido blanco que descansaba sobre sus piernas.
-Perdóname Elizabeth, perdóname mi amor…sé que puedes escucharme porque siento tu presencia…-agregó Dorian un poco más calmado al cerrar los ojos para tratar de percibir a su amada.
-En verdad te ama, no dejes que el rencor se apodere de ti y pueda más que el amor tan grande que sientes por él. Tú también cometiste un error al acabar con tu vida y se te está dando la oportunidad de remediarla para conseguir la paz que tanto necesitas…él merece tu perdón…-susurró Uriel al oído de Elizabeth para tranquilizarla.
-Puede sentirme, sabe que estoy aquí- respondió ella al levantarse del suelo sorprendida.
-Ustedes tienen una conexión muy especial, te enamoraste de alguien mágico ¿lo recuerdas?- sonrió el ángel pálido de ojos miel.
Aquella chica lentamente fue acercándose a su hombre al comprender que a pesar de todo lo amaría por siempre. Probó por última vez sus labios carnosos, convirtiendo la angustia en tranquilidad para su alma.
-Te amo…-dijo Elizabeth al oído de su amado.
-Yo también te amo…-contesto él al sentir el calor y el perfume de la chica que amo con desdén.
Elizabeth se despidió pasando la palma de su mano delicadamente por el rostro de Dorian como lo hacía en los viejos tiempos, expresándole así lo importante que era para ella…Sintió la mano de Uriel sobre su hombro indicando que la hora de marcharse había llegado. Elizabeth suspiró y antes de emprender el viaje le preguntó a su ángel -¿Regresara a mi?- Uriel tan solo la miro y abrazándola respondió –Jamás se fue de tu lado…-y cubriéndola con sus inmensas alas, en medio de la penumbra de la habitación emitió una deslumbrante luz que ilumino aquel mágico lugar por completo…
FIN
hea hea ya puedo comentar n.n hermoso hermoso de verdad y te sigo leyendo siii bye un beso aa soy purple o ele xD
ResponderEliminarAAAhhh que bonito que hayas podido comentar, despues de hacer corajes con el blog jajajja
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